1 paquete de galletas oreo
500 ml de nata para montar
250 ml de leche
400 gramos de queso tipo Philadelphia
200 gramos de azúcar
100 gramos de mantequilla
8 hojas de gelatina neutra
Abrimos las galletas oreo y separamos la galleta de la crema. Trituramos las galletas con ayuda de una trituradora.
Ponemos las hojas de gelatina en remojo con agua fría.
Separamos el polvo de las galletas en dos recipientes con más o menos la misma cantidad.
Pasamos una de las dos mitades por un colador o tamiz para que nos quede un polvo muy fino. Reservamos para la superficie de la tarta.
Mezclamos la otra mitad con la mantequilla derretida para hacer la base de nuestra tarta. Colocamos la mezcla en un molde de aro desmoldable.
Ponemos la leche junto con la nata en un cazo al fuego y lo calentamos hasta que rompa a hervir.
En otro bol, echamos el queso Philadelphia junto con el azúcar y batimos bien.
Una vez que la leche esté caliente, añadimos la crema de las galletas oreo y le damos unas vueltas para que se disuelva.
Cuando haya empezado a hervir, retiramos del fuego y le añadimos las hojas de gelatina escurridas. Esperamos a que se temple antes del siguiente paso.
Cuando la crema de leche y nata esté tibia, la incorporamos a la mezcla de queso Philadelphia y azúcar.
Vertemos la crema blanca sobre nuestro fondo de galletas negro.
Tapamos con un papel film transparente y la metemos en la nevera al menos 4 o 5 horas para que se solidifique. Si tenemos tiempo, es mejor dejarla en la nevera toda la noche.
Transcurrido este tiempo y cuando la crema esté sólida, espolvoreamos nuestro polvo de galletas por la parte superior de la tarta teniendo cuidado para que no quede ningún trozo blanco visible.
Desmoldamos la tarta y... ya está lista para comer.