lunes, 13 de enero de 2020

Carrot cake sin harinas ni azúcares refinados

Ingredientes para el bizcocho
85 gramos de copos de avena
4 huevos
3 zanahorias
50 gramos de anacardos
50 gramos de almendras
85 gramos de dátiles sin hueso
10 higos secos
2 orejones
Esencia de vainilla
Jenjibre en polvo
Canela en polvo
Nuez moscada
Zumo de medio limón


Comenzamos batiendo los copos de avena hasta conseguir harina. Picamos también los frutos secos, con cuidado de no picarlos demasiado, ya que se pueden hacer mantequilla.




Mezclamos la harina de avena y el polvo de frutos secos en un bol. Separamos las claras de las yemas de los cuatro huevos y montamos las claras a punto de nieve. Reservamos en el frigorífico.











Picamos los dátiles, los higos y los orejones y los mezclamos con el polvo de harina y frutos secos. 










Incorporamos también la esencia de vainilla, el zumo de limón, las yemas de los huevos y las especias para hacer el bizcocho de nuestra carrot cake.






Pelamos y rallamos las zanahorias del tamaño que nos guste.






Incoroporamos la ralladura de zanahoria en la mezcla anterior.



Poco a poco y con movimientos envolventes, integramos las claras montadas a punto de nieve al resto de los ingredientes. Os daréis cuenta de que, lo que era antes una masa compacta y pegajosa, se va haciendo poco a poco más esponjosa.


Vertemos la mezcla anterior en el molde elegido para hacer nuestra tarta (que previamente habremos pintado con mantequilla o puesto un papel vegetal para hornear) y lo metemos en el horno precalentado a 180º durante 40 minutos.

Ingredientes para el frosting

200 mililitros de nata para montar
150 gramos de queso mascarpone


Transcurridos los 40 minutos de horneado (o bien cuando al introducir un tenedor, veamos que éste sale limpio), sacamos nuestro bizcocho del horno y lo dejamos enfriar. Vamos a preparar la cobertura de la tarta.



Para ello, montamos la nata bien fría con ayuda de unas varillas eléctricas o a mano y le incorporamos el mascarpone.



Vertemos la cobertura por encima del bizcocho (totalmente frío ya) y lo dejamos un par de horas en la nevera para que se enfríe bien.



Si queréis, podéis incorporar algo de azúcar a la cobertura de nata y queso, pero no es necesario, ya que la base es lo suficientemente dulce.


El resultado es una tarta buenísima, sin utilizar azúcar ni harina refinada y nos sirve también para aprovechar aquellos restos de higos u orejones que podamos tener en casa después de las navidades.
Fuente: No solo comida