Ingredientes (para un roscón pequeño, si queremos uno más grande podemos doblar las cantidades)
2 huevos
50 gramos de mantequilla
75 ml de leche
350 gramos de harina de fuerza
40 ml de agua de azahar
Ralladura de una naranja y un limón
70 gramos de azúcar
25 gramos de levadura fresca
Nuez moscada
Sal
Para preparar nuestro roscón de reyes, comenzamos poniendo un huevo (el otro será para pintar la masa) junto con la mantequilla a temperatura ambiente, la leche, el agua de azahar, las ralladuras y el azúcar. Añadimos la harina y espolvoreamos con abundante nuez moscada y una pizca de sal.
Finalmente, añadimos la levadura fresca (es importante que sea fresca y no en polvo para que la masa crezca bien) desmenuzándola con las manos.
Como se trata de una masa un poco difícil de trabajar al principio, podemos usar un robot de cocina con las varillas de amasar para comenzar a trabajar la mezcla y conseguir que se integren los ingredientes.
Para acabar de trabajar la masa del roscón, enharinamos la superficie de trabajo y amasamos con nuestras manos golpeando la masa y dándole una forma redondeada. En este proceso, probablemente la masa nos pida más harina, por lo que vamos añadiendo poco a poco hasta que no admita más.
La masa debe quedar con una consistencia algo pegajosa, pero no se nos debe pegar a las manos cuando acabemos de trabajarla.
Cuando la masa esté lista, enharinamos el bol donde comenzamos poniendo los ingredientes (no es necesario fregarlo previamente) y colocamos la masa. La tapamos con un paño seco o con papel film y la dejamos reposar unas tres horas para que crezca y doble o triplique su tamaño.
Transcurrido este tiempo, golpeamos la masa contra la superficie de trabajo para quitarle el aire y la trabajamos de nuevo ligeramente. Le damos forma de bola y metemos un dedo enharinado justo en el centro de nuestra masa.
Ayudándonos de nuestras manos, vamos haciendo poco a poco el agujero más grande y dándole forma de rosco.
Es importante que el agujero del centro quede bastante grande, ya que cuando la masa vuelva a levar, aumentará de tamaño, lo que provocará que el agujero se vuelva a cerrar.
Una vez que estemos contentos con la forma de nuestro roscón, colocamos la masa en una bandeja para horno sobre un papel de hornear y la pintamos con huevo batido.
Metemos la bandeja en el horno y la dejamos reposar uno o dos horas. Debajo de la bandeja, colocamos un recipiente con agua que aguante el calor del horno, puesto que posteriormente deberemos hornear la masa con humedad en el horno.
Ahora podemos pasar a preparar la decoración de nuestro bizcocho. Podemos utilizar frutas escarchadas, almendras fileteadas, etc. Una forma de decorarlo es cortar láminas finas de naranja y rebozarlas en azúcar por ambos lados. Las colocamos en un plato y dejamos que absorban bien el azúcar mientras la masa sigue levando.
Una vez transcurrido este tiempo, volvemos a pintar el roscón con huevo y colocamos nuestra decoración: las rodajas de naranja y la almendra picada en este caso. Cogemos un poco de azúcar, la mojamos ligeramente con agua para que quede grumosa y echamos esos grumos de azúcar por encima del roscón.
FInalmente, metemos el roscón al horno precalentado a 180-200 grados durante unos 25 o 30 minutos con un recipiente con agua. Cuando veamos que el roscón está dorado, podemos sacarlo del horno.
Lo colocamos en una rejilla y dejamos que se enfríe un poco. Podemos servirlo así, sin relleno, o si queremos podemos rellenarlo de nata, trufa, crema...
En el caso de querer rellenarlo, cortamos el bollo en dos con ayuda de un cuchillo de pan y, con mucho cuidado, separamos las dos partes del roscón.
Rellenamos el roscón con abundante nata montada y volvemos a colocar la tapa. ¡Ya está listo para comer!