150 gramos de galletas maría
60 gramos de mantequilla
180 gramos de chocolate blanco
150 gramos de nata para montar
1 cucharada de azúcar
3 huevos
275 gramos de fresas
4 hojas de gelatina
Trituramos las galletas con la mantequilla a temperatura ambiente y formamos una pasta para hacer la base de la tarta. Presionamos la masa con los dedos en la base de un molde de aro desmontable. Reservamos en el frigorífico.
Mientras tanto, ponemos en remojo las hojas de gelatina neutra.
Lavamos las fresas, las secamos y les quitamos la parte verde. Trituramos las fresas con una batidora hasta obtener un puré fino.
Separamos las tres claras de las yemas y montamos las claras a punto de nieve con una cucharada de azúcar.
Ponemos la nata en un cazo en el fuego y, cuando empiece a hervir, retiramos el cazo y fundimos el chocolate blanco en la nata caliente.
Incorporamos la gelatina escurrida y removemos hasta que se diluya.
Añadimos a nuestra tarta el puré de fresas y mezclamos.
Incorporamos las yemas a la mezcla y mezclamos bien para que se integren.
Finalmente, añadimos las claras a punto de nieve y las incorporamos con movimientos envolventes.
Enfriamos la tarta unas tres horas en el congelador o bien la dejamos reposar en el frigorífico durante toda la noche, para que cuaje.
Una vez transcurrido este tiempo, la decoramos con fresas o con chocolate a nuestro gusto.
El resultado es una tarta muy fresca y ligera, con textura mousse, muy apropiada para los meses de calor o tras una comida copiosa.
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